Efectivamente como profesora de danza del vientre o danza oriental me siento que esto ha sido un regalo que la naturaleza me tenía preparado.

Nunca he hablado, salvo mis más cercanos,  de cómo empecé a dar clases. Nunca hice un curriculum, nunca me presenté en una escuela a venderme, no había publicidad sobre mi, en las redes: me vino sólo, al igual que fue casualidad que yo empezará a bailar esta danza que ahora mismo me tiene enamorada. De hecho creo que fue esto lo que hizo que hoy en día esté dando clases.

Creo que soy buena haciendo entender lo quiero a las personas, ha sido mi vocación desde siempre, la enseñanza junto con el dominio de la comunicación corporal.

Aquello que me decían “eres muy… expresiva” (nunca entendí si era bueno o malo, por el tono empleado) hoy en día me hace que sea un fuente de canalización de mis conocimientos y de los que mis alumnas se sirven.



Es un regalo llegar a clases de danza. Un regalo poder ver cómo evolucionan las chicas. Es un regalo ver que entienden lo que quiero transmitirles.

www.rosamondaray.com

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